En paz después de andar


Willy Quiroga (15/5/1940-21/11/2024)
EN PAZ DESPUES DE ANDAR

Cosas de la vida. Hace pocos días vociferaba la patronal del rock que los bajistas no importan; el iluminador es más importante. Una comentario mas que ofensivo, aún para la historia de su propio autor. Es que los “dueños del stock” (cómo canta Loquero) pueden por momentos arrogarse la facultad de definir que es lo trascendente y que es lo accesorio dentro del rock, y por momentos también, creen ser la autoridad absoluta para definir cuales son los caminos carrectos. El que no se suma a eso no recoge ni las migajas de lo que va quedando de un mercado que se reduce día a día como un charco de agua al sol. 

Pero hubo una muerte y un bajo sonó. Un bajo grave, un “proto stoner”  o algo así dijo el Ruso Verea en una entrevista muy escuchada justamente durante esta semana. Con esa muerte también sonó una voz, tan grave quizás como ese bajo. “Tene cuidado con tu lengua…loco, hacela callar”. En ese bajo y en esa voz había una  respuesta. Una verdadera autoridad del rock parecía intervenir para poner las cosas en su lugar, porque en definitiva, cuando el “piberio” está desorientado, son los grandes los que tiene que clarificar, orientar y acompañar (no se puede dejar todo en manos de los jóvenes)  y la muerte de Willy Quiroga pareció cumplir esa función.  La muerte, aún siendo un hecho trágico, lamentable y doloroso, no deja de ser una organizadora de la propia vida. Muchas veces es el peso de los que se van lo que rectifica los caminos de quienes aún seguimos aquí. Aún con su propia muerte Willy sigue enseñando.

Pero la autoridad de Willy Quiroga no proviene de ser el dueño de la pelota en una productora. Proviene de una largusima trayectoria. Era el más viejo de todos los rockeros y fue uno de los padres de eso que se suele llamar rock nacional, aunque el mismo siempre prefirió decir que esa paternidad era compartida con grupos como Almendra o como Manal. No sé la arrogaba para si. Willy fue parte de esa generación que moldeo el rock para darle una identidad propia en un contexto sumamente complicado. Era la época de la otra dictadura, la de Onganía. Willy, junto a Vox Dei, había creado algo único, algo que podía pasar por el blues, por un rock sumamente pesado o por climas cercanos al  hippismo. Vox Dei era música para rockeros, música  para fogones o música para chicos de escuelas religiosas.  “La Biblia”, posiblemente uno de los álbumes más grandes que se haya hecho alguna vez en Argentina, podía aglutinar a todos. Willy solía decir que su intención  siempre fue llevar con sus canciones un mensaje de “paz, tranquilidad y reflexión”, y  “La Biblia”, lejos de ser un compendio místico, se consagró como un puñado de canciones que puede llegar al corazón de todos los Hombres. 

“Los stars ya no me saludan” (parafraseando de nuevo a Loquero),  pero Willy saludaba y charlaba amablemente con todos precisamente porque no era un “rock Star”. El stablishment de nuestro rock nunca lo alojó. Vox Dei nunca tuvo su reconocimiento ni recibió los mimos que si han recibido tantos otros. Seguramente el mayor acto por compensar  aquel destrato provino de Soda Stereo  con la  versión de “Genesis” que alguna vez tocaron en  vivo  para un evento que llegaría a millones a nivel internacional. 

Willy tocó hasta el final. Lo hacía desde los 17 años. Hizo todo lo que se podía  haber hecho para unir generaciones (compré mi primer cassette de rock cuando tenía 12 años; era “La Biblia”. Mi hijo con la misma edad fue este año a ver su primer show de rock; era Willy Quiroga. Cómo estás, miles de historias.). Frente a lo que digan los falsos profetas hay que hacerle caso a Willy  y seguir adelante sin mirar atrás. El que sabe sabe y el que no es estrella de rock.